Introducción | Segmento 1 | Segmento 2 | Segmento 3 | Segmento 4 | Segmento 5 | Segmento 6 | Segmento 7 | Segmento 8 | Segmento 9 | Segmento 10 |
DVD | Transcripción | Guías de estudio |
Las emigraciones masivas se han repetido en incontables países y épocas. Las personas se desplazan de un país a otro huyéndole a algo que no les gusta o buscando un mejor porvenir. Pero lo común no inmuniza el impacto que tiene en los individuos, sus familias, o en los países que los ver partir y los que los reciben. La mirada analítica y experiencial que se ofrece en la serie, permite a otros grupos culturales y étnicos, así como a las comunidades estadounidenses relacionar las narraciones y datos con sus propias historias y vivencias.
La serie también permite entender por qué la Oficina del Censo de Estados Unidos y los investigadores del Centro de Estudios Puertorriqueños en Hunter College, CUNY, afirman que durante la última década (2000-2010) la cantidad de puertorriqueños y puertorriqueñas en Estados Unidos aumentó en un millón doscientos mil boricuas más, lo que representa un incremento de treinta y cinco por ciento (35%).
La serie permite analizar por qué en los pasados diez años, aproximadamente medio millón de puertorriqueños* se han ido de Puerto Rico, unos cincuenta mil (50,000) por año, calcando patrones de principios del siglo XX y de las décadas de los 1950 y 1960, sin que se alcancen avances en los renglones educativos y económicos en la mayoría de las comunidades.
*Se estima que más de un millón de personas salieron pero una de cada dos personas que emigran una regresa y de ahí el saldo de medio millón de personas en la década entre 2000-2010.
LOS ACADÉMICOS:
Uno de los mayores beneficios de la colección es que permite al público encontrar en una sola colección una gran cantidad de los más destacados investigadores y escritores del tema de la migración puertorriqueña a los Estados Unidos, el desarrollo de las comunidades y sus integrantes.
Entre ellos se distinguen:
Andrés Torres,
Ph.D. Economista y profesor en Lehman College, CUNY Angelo Falcón Presidente del National Institute for Latino Policy Antonio Fernós López-Cepero, Profesor experto en Derecho Constitucional Arlene Dávila, Ph.D. Profesora de Antropología en NYU Dr. Carmelo Rosario Natal Historiador Carmen Febo San Miguel, MD Executive Director, Taller Puertorriqueño Edgardo Meléndez, Ph.D. Profesor en Hunter College, CUNY Edwin Meléndez, Ph.D. Director Centro de Estudios Puertorriqueños en Hunter College, CUNY Edwin Vargas Community Leader Efraín Barradas, Ph.D. Profesor en la Universidad de Florida Evelyn Vélez Rodríguez, Ph.D Profesora de Historia, CEAPRC Francisco Moscoso, PhD. Historiador y Profesor en UPR Iris Zavala Martínez, Ph.D. Profesora en Hunter College, CUNY Jorge Duany, Ph.D. Director del Cuban Research Institute, FIU Jorge E. Hernández Profesor asociado en Boricua College |
Jorge Rodríguez Beruff, Ph.D. Decano de la Facultad de Estudios Generales UPR Río Piedras José E. Cruz Profesor en SUNY, Albany Juan Flores, Ph.D. Profesor en NYU Luis E. González Vales Historiador Oficial de Puerto Rico Luis Martínez-Fernández, Ph.D. Profesor en la UCF Marcia Rivera Socióloga Dr. Luis Nieves Falcón Profesor Emérito UPR Dr. Marcial E. Ocasio Meléndez Historiador y Profesor, UPR Mayra Rosario Urrutia, Ph.D. Historiadora y profesora UPR Patricia Silver – Antropóloga Centro de Estudios Puertorriqueños en Hunter College, CUNY Ruth Glasser, Ph.D. Urban and Community Studies Program UConn, Waterbury Campus Sandra Andino, Ph.D. Antropóloga Xavier Totti Editor del Centro Journal: Centro de Estudios Puertorriqueños en Hunter College, CUNY |
LOS PROTAGONISTAS:
Por otra parte contamos con una serie de colaboradores que cuentan sus experiencias, las de sus familias, comunidades y organizaciones como:
Alfredo López America “Meca” Sorrentini Benjamín Ramos Carmen Febo San Miguel, MD Carmen Vivian Rivera Digna Sánchez Edwin Martínez Edwin Vargas Enid Bartolomeo Félix A. Soto Toro Frank Vergara Inés M. Salcedo Ingrid D. Figueroa Irma A. Granell Ivette Aponte Jessie Bermúdez Jorge E. Hernández José A. Irizarry |
José Alejandro La Luz José “Chacha” Jiménez José “Che” Velázquez Lillian Jiménez Lcda. Magín López Marcelina Sierra Lcdo. Marco Antonio Rigau Marixa Salgado Miguel A. Rodríguez Micheo Dra. Natalie Underberg Pablo Guzmán Pedro Reyes Pedro E. Segarra, Mayor of Hartford, CT Rafael E. Fuentes Rafael Gelpí Roberto Martínez Dr. Wilfredo Mattos Cintrón William R. Santana |
Agradecemos la colaboración de actores y amigos como Jacobo Morales, Cordelia González, Roberto Ramos Perea, Emilio Rodríguez, Joseph Orbi, Tito Otero y Enrique Puig, por narrar acontecimientos y documentos históricos de periódicos, telegramas, correspondencia y artículos de investigación. Gracias a estos logramos dar voz a importantes personajes y testigos del desarrollo histórico de las comunidades en la diáspora y en Puerto Rico. Las narraciones son fragmentos de testimonios de: |
Bernardo Vega -tabaquero y activista (Voz Roberto Ramos Perea)
Juanito Rivera- trabajador (Voz Tito Otero) De: Memorias de Bernardo Vega: Contribución a la historia de la comunidad puertorriqueña en Nueva York. Andreu Iglesias, C. Ed. 1977. Río Piedras: Ediciones Huracán. Memoirs of Bernardo Vega: A Contribution to the History of the Puerto Rican Community in New York. César Andreu Iglesias. 1984. NY: Monthly Review Press. Translated by Juan Flores. |
Carey McWilliams - (Voz Joseph Orbi) De: The Migration Dialectic: Puerto Rico and the USA. Manuel Maldonado-Dennis. 1980. New York: International Publishers |
Charles Allen - Gobernador de Puerto Rico (Voz Joseph Orbi) De: First Annual Report 1901. Charles H. Allen. We the People, Puerto Rican Collection. 2005. FPH, NEH, APH y OFHPR. |
Emma Lazarus- Poeta (Voz Cordelia González) The New Colossus. Emma Lazarus. 1883 |
Fiorello La Guardia- Alcalde de Nueva York (Voz Joseph Orbi) Virginia Sánchez Korrol (Cordelia González) De: Colonia to Community: The History of Puerto Ricans in New York City. Virginia Sánchez Korrol, 1994. Berkeley: University of California Press. |
Henry K. Carroll - Enviado presidencial (Voz Joseph Orbi)
De: Report of Porto Rico 1899. Its Population, Civil Government, Commerce, Industries, Productions, Roads, Tariff and Currency with Recommendations. Henry K. Carroll. 2005, SJ We the People, Puerto Rican Collection. FPH, NEH, APH y OFHPR |
Jesús Colón- Activista (Voz Enrique Puig) De: A Puerto Rican in New York and Other Sketches. Jesús Colón 1961. New York: International Publishers. |
Joaquín Colón- Activista (Voz Jacobo Morales)
De: Pioneros Puertorriqueños en Nueva York 1917-1947. Joaquín Colón. 2002. Texas: Arte Público Press |
Luisa Capetillo- Tabaquera y líder del movimiento obrero (Voz Cordelia González) De:2008 Luisa Capetillo, Obra Completa: “Mi patria es la libertad.” Norma Valle Ferrer. Edición especial del Departamento del Trabajo y Recursos Humanos y del Proyecto de Estudios de las Mujeres, UPR en Cayey. |
María Rosalía Serrano
De: Documentos de Fortaleza, caja 70, núm. 1421. Archivo General de Puerto Rico. |
Néstor Morales-Trabajador (Voz Tito Otero) De: Aquí me quedo: Puerto Ricans in Connecticut. Ruth Glasser. 1997. Connecticut Humanities Council. |
Periódicos y telegramas: (Voz Emilio Rodríguez) De: Sources for the Study of Puerto Rican Migration 1879-1930. History Task Force Centro de Estudios Puertorriqueños, CUNY. 1977. |
Vito Marcantonio - Congresista, abogado y activista social (Voz Emilio Rodríguez)
De: Vito Marcantonio y Puerto Rico: por los trabajadores y por la nación. Félix Ojeda. 1978. San Juan, PR: Ediciones Huracán. Rubinstein and Associates. 2002. I Vote My Conscience: Debates, Speeches and Writings of Vito Marcantonio 1935-1950. NY: The John D. Calandra Italian American Institute Queens College, CUNY |
William Dinwiddie - Periodista, fotógrafo de Guerra y administrador en Filipinas durante el periodo colonial. (Joseph Orbi)
De: Puerto Rico Its Conditions and Possibilities 1899 . William Dinwiddie. 2005. SJ: We the People, Puerto Rican Collection 2005, FPH, NEH, APH y OFHPR. |
VÁLVULA DE ESCAPE es la primera gran serie documental que narra la historia del más que centenario éxodo de la población puertorriqueña a los Estados Unidos.
Antes de que Puerto Rico se convirtiera en territorio de los Estados Unidos en 1898 ya había comenzado el peregrinaje de boricuas. Cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos en 1904, como parte de los Casos Insulares, estipula que los puertorriqueños no deben ser considerados extranjeros al llegar a los Estados Unidos, esto facilita la movilidad. Posteriormente, el Congreso de Estados Unidos dispone en 1917 con la Ley Jones que los puertorriqueños serán considerados ciudadanos estadounidenses en adelante, por lo que hoy la emigración parece no tener fin y aunque con altas y bajas persiste históricamente.
La estrategia de imponer o promover la emigración de puertorriqueños ha sido la principal válvula de escape a las presiones sociales, laborales, políticas y económicas en Puerto Rico, pero ha impactado a los Estados Unidos. Los que la promueven y hasta los detractores, coinciden en que, en el presente y en el pasado, esa válvula se abrió para mantener una cuestionable estabilidad económica y hasta de paz social, que tanto en el pasado como hoy, retarían al gobierno de la Isla y el de la metrópoli. Así han liberado, en parte, la presión de la población deprimida económicamente, opuesta al régimen político o temerosaante un ambiente hostil y de carencias en Puerto Rico. ¿El balance? Por las presiones descritas, Puerto Rico creó una adicción a la emigración, cuyo costo, cíclicamente, ha sido una alta dependencia del tránsito de su población. De otra parte, en Estados Unidos los puertorriqueños ejemplifican uno de los grupos de inmigrantes de mayor presencia poblacional y que aporta en la vida social, política, económica y artística, entre otras áreas, tanto en las comunidades en las que se radican como a nivel federal.
Según datos censales, para el año 2011, el número de personas que se identifican como puertorriqueños en los Estados Unidos ronda los 4.6 millones de personas, mientras los que viven en Puerto Rico rondan los 3.5 millones. La válvula de escape sigue abierta y hay una mayoría, de aproximadamente más de un millón de puertorriqueños viviendo fuera del archipiélago. Más aun, la mayoría de la población en Puerto Rico ha emigrado en algún momento, y no descarta volver a salir, o tiene a integrantes de su familia inmediata o extendida viviendo en los Estados Unidos. Ese centenario ir y venir, y la necesaria adaptación en los destinos, hacen que haya una constante revaloración y contraste que cuestiona ideológicamente, cultural, social, política y económicamente, qué es ser puertorriqueño… las respuestas van y vienen entre los que permanecen en el archipiélago boricua y los de la diáspora.
La histórica fluidez del movimiento poblacional puertorriqueño es controversial por las consecuencias personales, familiares y sociales: ¿Cómo se ha planteado e implantado en las distintas épocas? ¿Qué respuestas se han dado? ¿Cuáles son sus causas, consecuencias y circunstancias? Esa es la guía que rige la edición de los diez capítulos o segmentos que integran la serie.
En la colección documental Válvula de escape- Stories of thePuerto Rican Diaspora, realizada por Producciones Zaranda, se presenta una mirada panorámica de los diversos motivadores de las emigraciones de puertorriqueños desde el periodo colonial español al presente. La serie está compuesta por diez capítulos independientes de entre treinta y noventa minutos cada uno, para una duración total de siete horas aproximadamente. Esta estructura da a los documentales un mejor ritmo, que le otorga una mayor amplitud en el análisis de los temas y asuntos discutidos. Los capítulos son ideales para ser presentaciones en cursos o clases, seminarios y grupos de estudio. Cada documental presenta infinidad de imágenes y documentos que ilustran los periodos discutidos y son la ventana visual que nos transporta a las diversas épocas y lugares. Las voces narrativas se expresan en español e inglés y se complementan con subtítulos en ambos idiomas, así calcan la realidad lingüística de muchos puertorriqueños y permite impactar una mayor audiencia.
El viaje comienza con una mirada panorámica de los inicios poblacionales de la Isla desde el periodo de conquista y colonización española, con la integración de indígenas Taínos, españoles y esclavos africanos. Ese proceso de flujo constante, a veces sistemático, de población a la Isla y desde la Isla, se inicia en el siglo XVI y va a continuar hasta el siglo XIX, en que se incrementa sustancialmente la población. A fines del siglo XIX la emigración de campesinos es dramática por la partida de estos a fincas en el Caribe –Cuba, México y Santo Domingo. También se embarca la clase trabajadora al Pacífico –las Islas Hawaianas y California- y al nordeste de los Estados Unidos, después de la invasión militar americana en 1898.
El cambio hegemónico es presentado en la serie y se examina la complejidad del nuevo territorio americano en los Casos Insulares, la otorgación de la ciudadanía americana en 1917 y las implicaciones migratorias de los procesos. La serie continua visualizando el siglo XX y lo que se conoce como la “gran migración” a los centros urbanos de Nueva York, Chicago y Filadelfia, entre otros. Ese analiza como esa gigantesca ola migratoria fue organizada y fomentada por el gobierno local y el gobierno federal de los Estados Unidos. En los subsiguientes segmentos se examina como con el paso del tiempo la población puertorriqueña se dispersa por los distintos estados y la complejidad de los emigrantes crece. Al acercarnos a presente observamos el éxodo de profesionales, la clase media y trabajadores especializados con preparación académica en lo que se conoce como “fuga o robo de cerebros.” Las condiciones de salida y los atractivos migratorios puede que hayan cambiado, pero la emigración se incrementa y desde mediados del siglo XX y principios del XXI el estado de Florida – cuya área central es conocida como la nueva Meca- tiene la comunidad puertorriqueña de mayor crecimiento, sobrepasando a Nueva Jersey y con proyecciones de superar a Nueva York en las próximas décadas.
En el recorrido histórico de eventos de los capítulos se contrastan dos visiones de la migración: la mirada a las causas locales que empujan a los personas a salir y la mirada a los lugares que atraen a los emigrantes que forman las comunidades puertorriqueñas en la diáspora. El contenido se construye a partir de relatos de emigrantes, cuyos discursos subjetivos, como testigos o protagonistas, se ordenan en narraciones con una gran carga emotiva y ligada intrínsecamente a la forja de una identidad, porque implican una interpretación de los hechos vividos a partir de su experiencia como puertorriqueños. A ellos se suman los relatos recuperados por descendientes o personas de segundas y terceras generaciones que rescatan y reconstruyen la vida y circunstancias de los personajes en el entramado social y ante la identidad con la que se identifican y que comparten. La coincidencia de los relatos se cristaliza con la intervención de antropólogos, sociólogos, demógrafos e historiadores que enmarcan la colección de memorias con el propósito de visualizar la repercusión social de las vivencias individuales; con el análisis de experiencias individuales y colectivas, desde la perspectiva académica, los especialistas las justifican y confrontan con el desarrollo general de Puerto Rico y los Estados Unidos.
Con una producción de casi tres años entre Puerto Rico, Nueva York, Florida, Connecticut, Pensilvania y otros estados, Válvula de escape muestra las vivencias, experiencias, frustraciones, logros y retos, similitudes y diferencias de las comunidades puertorriqueñas en la diáspora. La mirada a fondo del contexto histórico y de las historias personales provee a los espectadores un cuadro realista de las condiciones, necesidades y procesos de identidad cultural de las comunidades. Sin idealizar o minimizar las dificultades, con los ejemplos de perseverancia y compromiso de los miembros de las comunidades, en la serie, se aportan ejemplos de inspiración, superación y preservación de la identidad en medio de la diversidad, a aquellos que viven los desafíos de recrear sus comunidades como inmigrantes puertorriqueños y de otras nacionalidades.
En fin, el contrapunteo entre memorias e historia contextualiza la emigración puertorriqueña y se evidencia que, aunque la decisión de emigrar es personal, hay situaciones sociales, políticas y económicas que influyen en los individuos o familias que optan por emigrar y a su vez crea implicaciones también sociales, políticas y económicas en Puerto Rico y en las ciudades estadounidenses que los reciben.
El capítulo presenta cómo se desarrolla la población a partir del siglo XVI, con la integración de indígenas, europeos y africanos, durante la colonización de Puerto Rico. Se señalan los cambios en la población, como por ejemplo, la merma durante el siglo XVII y el incremento durante los siglos XVIII y XIX –en parte por la concesión de la Cédula de Gracia de 1815- por lo que se desarrollan nuevos poblados y se dispersa la población. Se presenta cómo los jóvenes en busca de una educación, emigran a distintos lugares de Europa y desde allí comienzan a fortalecer la identidad puertorriqueña. La apertura comercial de la Cédula de Gracia, unida a la decadencia económica y política del Imperio Español, facilitan la relación comercial entre Puerto Rico y Estados Unidos durante el siglo XIX.
At the end of the 19th century, as Bernardo Vega describes in his memoires, the repression aA finales del siglo XIX, la represión y el colonialismo en la Isla, promueven que puertorriqueños emigren a los Estados Unidos en busca de libertad y mejores oportunidades, como narra Bernardo Vega en sus memorias. Junto a cubanos, en Nueva York, los inmigrantes puertorriqueños, desarrollaron estrategias para la liberación de las islas del Imperio Español. En 1897 España concede la carta autonómica a ambas islas pero la Guerra Hispano-cubano-americana y la invasión de Estados Unidos a Puerto Rico -que se produce el 25 julio de 1898, con más de 18,000 tropas- doblegan al Gobierno Autonómico y al Imperio Español, que cede a Puerto Rico a través del Tratado de París. A la Isla llegan delegados presidenciales, para reportar el estado del territorio, que ven con recelo el crecimiento poblacional y hacen sugerencias, en sus informes, para facilitar el control estadounidense.
Al impacto de la invasión se suman el azote del huracán San Ciriaco, el cambio de moneda de la Isla a partir de 1898. Por esto, se promueve una masiva emigración de trabajadores agrícolas a Cuba, Santo Domingo y en especial a Hawái. Gracias a dicha migración, los puertorriqueños entran en contacto con el creciente movimiento Pentecostal y, en 1916, al regreso de uno de los trabajadores –conocido como Juan L. Lugo- se establece la primera Iglesia Pentecostal en Puerto Rico, transformando el futuro religioso de Puerto Rico.
El capítulo presenta las distintas posturas que toma el Congreso de los Estados Unidos con relación a la situación política y jurídica de los territorios adquiridos tras la Guerra Hispano-Cubano-Americana. Se discute cómo, dado que el Tratado de París en el Artículo 9, reza que la situación de los habitantes de los territorios obtenidos “se determinará por el Congreso", se incrementa la discusión en el Congreso sobre la ciudadanía de los habitantes de los territorios. Para Puerto Rico, el Congreso aprueba la Ley Foraker de 1900, que promovía la creación de la figura política y jurídica del “Pueblo de Puerto Rico”, con una ciudadanía bajo el protectorado de los Estados Unidos que promovía la situación colonial porque dicha ciudadanía no era reconocida internacionalmente, según expertos constitucionalistas explican. Ellos también establecen cómo la búsqueda de un mejor futuro económico motiva a Isabel González a emigrar a Nueva York, a su llegada, y al ser tratada como extranjera, demanda al Gobierno de los Estados Unidos en el caso conocido como Isabella González, Appellant, vs. William Williams, United States Commissioner of Immigration at the Port of New York No. 225, que se convierte en uno de los importantes Casos Insulares. Historiadores y juristas discuten cómo esos casos cuestionan si los habitantes de los territorios recién adquiridos (Hawái, Filipinas, Guam, y Puerto Rico) iban a tener los mismos derechos que los ciudadanos estadounidenses, en los estados federados. Los mismos concluyen que los territorios y sus ciudadanos sólo tienen derecho a la plena protección de la Constitución cuando el Congreso de los Estados Unidos los haya incorporado, como "parte integrante" de la nación; se establece el famoso dictum de que “Puerto Rico pertenece a, pero no es parte de los Estados Unidos."
El establecimiento de tabacaleras y fábricas de cigarros en Tampa, Cayo Hueso, pero sobre todo Nueva York y Filadelfia, para el caso puertorriqueño, atrajo un núcleo de trabajadores diestros que habían sido desplazados de la industria tabacalera en Puerto Rico. Ejemplo de ello son Bernardo Vega, Jesús Colón y su hermano Joaquín Colón, Luisa Capetillo, entre otros, cuyas memorias son narradas, en parte, en el capítulo. En el contexto de la Primera Guerra Mundial, y por diversas razones que los historiadores discuten, el Congreso aplicó la ciudadanía americana a los puertorriqueños con la Ley Jones de 1917 -pero paralelamente aprobó otra Ley Jones para otros territorios. El tránsito de puertorriqueños a los Estados Unidos se incrementa y se desarrollan asentamientos importantes, entre los que se destaca el de Nueva York. Los puertorriqueños desarrollan grupos o clubes e incursionan en la política estadounidense. Muchos emigrantes puertorriqueños se dirigen a campos y ciudades en Filadelfia, Nueva Jersey y Connecticut para trabajar en la agricultura, industrias textiles y de servicio.
El documental, a través de la revisión de artículos, cartas y memorias, así como de las intervenciones de emigrantes e historiadores, presenta el crecimiento y dispersión de las comunidades puertorriqueñas en los Estados Unidos. Se contextualiza la situación de las comunidades en Filadelfia, Arizona, California y Connecticut. Algunos emigrantes expresan deseos de poder regresar a Puerto Rico porque están en condiciones económicas precarias y poco a poco van confrontando los prejuicios raciales y la discriminación étnica. El drama de la discriminación, que acompañará a las comunidades puertorriqueñas, desde entonces, se introduce magistralmente con Bernardo Vega al narrar: “Un día que caminábamos por la calle 89, leímos un letrero que decía: Se alquila apartamento. No se permiten cubanos, puertorriqueños o perros”. A través de la narrativa conocemos que la experiencia migratoria lleva a muchas personas a crear grupos y publicar periódicos, a tener sus propias fiestas, sus propios desfiles, que fomentan un tipo de ayuda mutua y de organización comunitaria para combatir la exclusión social. Por otra parte, conocemos que se desarrollan clubes políticos y crecen los líderes que buscan insertarse en la política local para lograr la integración.
El azote de la Gran Depresión impacta las comunidades, como ilustran los casos de Nueva York y el mismo Puerto Rico. Por otra parte, vemos que en Puerto Rico la malherida economía empeora y se respiran aires de violencia política que culminan en la Masacre de Río Piedras, los asesinatos del Corones Riggs, Hiram Rosado y Elías Beauchamp, y posteriormente la Masacre de Ponce.
Desde la distancia las expresiones de interés en la política puertorriqueña coexisten con expresiones de interés y envolvímiento en asuntos laborales, socioeconómicos y políticos de los Estados Unidos. Con los discursos del Congresista Vito Marcantonio, y otros, en las sesiones del Congreso, el capítulo narra la visión política y las medidas legislativas sometidas para atender la situación de Puerto Rico por algunos oficiales electos en los Estados Unidos. A su vez se ilustra y evidencia el rol de, amigos o enemigos, legisladores, los intereses y conflictos con el territorio puertorriqueño.
Acontecimientos como la Gran Depresión y el choque entre nacionalistas y el gobierno, llevan a los puertorriqueños a plantearse cuál es la situación de Puerto Rico, lo que significa ser puertorriqueños y a trazar alternativas para salir de la crisis social, económica y política. Fue un momento en que los intelectuales y el gobierno mismo planteaban la necesidad de propuestas. Una de las propuestas para combatir la negativa realidad fue desarrollada por el gobernador Rexford G. Tugwell, Luis Muñoz Marín y Carlos Chardón, que se conocerá como Plan Chardón; cuyo objetivo era regular la tenencia de las tierras y desarrollar una estructura salarial de mayor equidad. Pero fue la Puerto Rican Emergeny Relief Administration, mejor conocida como la PRERA (1933) la que operó como brazo local del Federal Emergency Relief Administration del Nuevo Trato. Al finalizar la década del 1930 se funda el Partido Popular Democrático enfatizado en la justicia social, en el bienestar económico y tratando de apelar a diferentes sectores ideológicos y sociales del país.
Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, Puerto Rico se visualiza nuevamente como un baluarte militar por su posición estratégica, por lo que se desarrollan expropiaciones de barrios completos en Aguadilla, Ceiba y Vieques para convertir los terrenos en bases militares. Los efectos de la Segunda Guerra Mundial en Puerto Rico fueron dramáticos por la fragilidad de la seguridad y la carencia de suministros y de alimentos, pero al mismo tiempo, se va a beneficiar de la economía que genera la guerra y por las transferencias de fondos federales. El ingreso per cápita aumenta, disminuye el analfabetismo y se comienza la transición de una economía agraria a una economía industrial con el programa conocido como Operación Manos a la Obra. A partir de los años cuarenta la isla experimenta un periodo de rápido crecimiento en su población, con altos niveles de fecundidad y una mortalidad que iba descendiendo. Se adopta una visión neo maltusiana como respuesta, que plantea que de la forma que podemos sobrevivir es mediante la emigración, la esterilización de mujeres y allegado fondos federales a Puerto Rico. Al concluir la Segunda Guerra Mundial, la economía de los Estados Unidos entra en la era dorada de desarrollo y expansión económica. Cientos de miles de puertorriqueños comienzan a emigrar a Estados Unido. Su salida fue una válvula de escape para la sobrepoblación y el desempleo local, y se suplió de mano de obra a los Estados Unidos en su necesidad expansiva. Hay una reacción negativa a la entrada masiva de puertorriqueños en Nueva York, y otras ciudades, que se conoce como el problema puertorriqueño. No obstante, se crea la División de Migración en 1947, adjunta al Departamento del Trabajo de Puerto Rico, para promover la emigración, ayudar en el proceso de contratación, y para darle apoyo a las comunidades puertorriqueñas en los distintos estados en los que se dispersa la población.
Al finalizar la Segunda Guerra mundial, un movimiento anticolonialista impera en el mundo y el Congreso de los Estados Unidos aprueba la Ley 600 en 1950 -que autorizó al pueblo de Puerto Rico a desarrollar su propia Constitución, similar a las de los estados de la unión, al otorgar autonomía sobre los asuntos internos al nuevo gobierno. El PPD gana las elecciones de 1948 y Luis Muñoz Marín se convierte en el primer gobernador electo. Por virtud de la Ley 600, se celebra una Asamblea Constituyente (AC) para redactar la Constitución. La AC aprueba la Constitución el 6 de febrero de 1952 y el gobierno puertorriqueño asumió el nombre de Estado Libre Asociado. Sometida la Constitución a la consideración del pueblo, recibió su aprobación en nuevo referéndum el 3 de marzo de 1952. Ésta se presenta al Congreso de Estados Unidos, de acuerdo con los términos de la Ley, el Congreso, mediante Resolución Conjunta (Ley 82- 447 de 1952), aprobó la ley -aunque con enmiendas, como el rechazo de la Sección 20 de la Carta de Derechos Humanos- y el Presidente Harry S. Truman la refrenda con su firma el 3 de julio. La AC se vuelve a convocar el 10 de julio y acepta las condiciones del Congreso. La Constitución fue instaurada y celebrada el 25 de julio de 1952 –aunque las enmiendas del Congreso no fueron refrendadas por el pueblo hasta noviembre de 1952.
En ese ambiente regresa Pedro Albizu Campos de prisión y lidera a los nacionalistas en actividades políticas y protestas para denunciar el proceso que consideran colonialista. El gobierno responde con la aprobación de las Leyes de la mordaza (Ley 53 de 1948) que permitían encarcelar, perseguir y reprimir cualquier tipo de activismo político de la oposición. Como parte de las estrategias para detener el proceso, los nacionalistas lideran la Revuelta del 1950 e intentan ultimar al Presidente Truman en la Casa Blair y en 1952 realizan el ataque al Congreso puertorriqueños nacionalistas de la diáspora. La persecución incrementa la cantidad de personas que emigran a los Estados Unidos, ahora, por razones políticas. En Estados Unidos el envolvimiento de los puertorriqueños en la política de las ciudades crece como evidencian las actividades y organizaciones descritas en el capítulo.
El capítulo presenta las metas y consecuencias del plan ideológico del gobierno para transformar económicamente a Puerto Rico. Las historias narran cómo una de las estrategias fue la emigración sistemática y masiva de puertorriqueños a la metrópoli. Hoy el proceso se conoce como “la Gran Migración,” porque permitió que durante las décadas de 1950 y 1960, casi un millón de personas salieran de la Isla y se ubicaron en distintas ciudades de los Estados Unidos, especialmente en la ciudad de Nueva York. El capítulo también presenta el choque cultural de los recién llegados puertorriqueños -por no conocer el idioma y por la falta de recursos para adaptarse al ambiente- y sus constantes luchas.
TLos testimonios narran el incremento y cuestionamiento de los contratos entre el Departamento del Trabajo de Puerto Rico, a través de su División de Migración, con el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos y con diferentes asociaciones de agricultores. También se discute el rol legal de la División de Migración y las obligaciones, en contraste con testimonios de sus escazas acciones. Se visualiza cómo la migración masiva de puertorriqueños en los cincuenta coincide con el movimiento masivo de afroamericanos de los estados sureños a Nueva York, impactando el entramado social de la ciudad. city. Los participantes identifican algunas de las organizaciones que se desarrollan en respuesta a los problemas que afectaban las comunidades durante un periodo de importantes cambios económicos en esas ciudades.
Los testimonios señalan como el sistema educativo segregaba y estigmatizaba los niños y adolescentes puertorriqueños como mentalmente discapacitados, por su desconocimiento del inglés, y cómo son impactados por el resto de sus vidas. Se analiza la creatividad cultural durante la época y la búsqueda de identidad que los lleva a la resistencia y concienciación del sentido de comunidad. El segmento termina con la discusión y el impacto del Plan Drácula o VC; con el cual los intereses militares de los Estados Unidos buscaban remover la totalidad de la población las islas municipio de Vieques y Culebra. Si bien el plan no se ejecutó en su totalidad, muchos viequenses y culebrenses, fueron forzados a salir, trasladándose en gran proporción a las Islas Vírgenes –en especial a Santa Cruz- para que la Marina de los Estados Unidos utilizara las islas para prácticas navales.
El capítulo describe como, a fines de los años cincuenta y durante la década de los sesenta, el Movimiento de Derechos Civiles en los Estados Unidos influye en el proceso de incorporación, movilización y radicalización de las minorías étnicas y raciales de los Estados Unidos, incluyendo a los puertorriqueños. Las experiencias de pobreza y discrimen, comunes entre los jóvenes boricuas, desarrollaron en ellos un ansia generalizada por transformar la sociedad y las comunidades. Se explica cómo, siguiendo el ejemplo afroamericano, puertorriqueños de primeras, segundas y terceras generaciones, que se sentían desvinculados del proyecto oficial del Estado Libre Asociado, y particularmente de la Oficina de la División de Migración, realizan reclamos públicos y protestas contra la desigualdad social y las autoridades. Organizaciones como el Fondo para Educación y Defensa Puertorriqueña –que entablaba pleitos legales por una mayor equidad en la vida de la comunidad-, la Asociación Puertorriqueña de Asuntos Comunales (PRACA) o la Asociación de Jóvenes Hispanos (HYAA) se orientan en la búsqueda de soluciones a los problemas inmediatos de la comunidad como la pobreza, la discriminación racial, los problemas de vivienda, salud y educación, entre otros. Los participantes establecen que la organización de ASPIRA fue fundamental al atender la deserción escolar y los bajos niveles educativos de los jóvenes boricuas. ASPIRA enfatizaba la urgencia de educación de los jóvenes para desarrollar la dignidad de su identidad, enseñándoles su historia y cultura, creando organizaciones escolares que desarrollaran su liderato, su autoestima y orgullo cultural. Los participantes coinciden en que gracias a ASPIRA muchos optaron por ser miembros productivos en la sociedad pero también líderes en el desarrollo de sus propias comunidades.
El capítulo también narra cómo el conflicto racial, generalizado en la década de los sesenta, fue fundamental para estimular el sentimiento nacionalista en los jóvenes –que se avivaba con la llegada de nuevos inmigrantes boricuas-, por lo que, comenzaron a militar en grupos políticos que predicaban la independencia, y que eran parte del creciente activismo de los partidos y organizaciones políticas en la Isla. Los participantes también establecen que conocer la historia política de Puerto Rico, participar en actividades políticas y sociales fortalecieron su identidad como puertorriqueños. Algunas de las organizaciones en las que militaban eran: el Movimiento Pro Independencia (MPI), el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), el Partido Socialista Puertorriqueño (PSP) entre otras, que muchas veces no se incluyen en el análisis de la época. Buscaban su lugar en la sociedad americana y convencidos de liberar la comunidad de la pobreza, historiadores y entrevistados coinciden en que, muchos se identificaron con luchas de grupos radicales y armados como las Panteras Negras o las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN). Porque al enfatizar en su identidad fueron atraídos no solamente por organizaciones educativas, o las que representaban el status quo –bajo la sombrilla del Partido Demócrata, o los clubes de los primeros emigrantes, sino en organizaciones políticas que confrontaban abiertamente el status quo. Pero al mismo tiempo, el impulso de la visión de comunidad y activismo político estimula la transformación de gangas juveniles. Los entrevistados explican cómo los Young Lords se transforman en la Young Lords Organization en Chicago -organización de formación política y activismo social que incidió en la formación del Young Lords Party en Nueva York y en otras ciudades, que indudablemente impactan la historia de la diáspora.
Desde los distintos frentes políticos, educativos y sociales, el capítulo describe, cómo se desarrollan acciones como: la lucha para entrar a las universidades y por programas de estudios puertorriqueños, programas para ofrecer desayunos, clínicas de salud, iniciativas para insertarse en las Juntas de Educación -para conseguir la educación bilingüe, entre otras. Aunque los nombres de las organizaciones y las estrategias variaban, historiadores y activistas coinciden en que, todas perseguían reclamar el respeto como puertorriqueños, impactar la historia y hacer conexiones no solamente con lo que se estaba dando en sus comunidades, sino en la Isla y el mundo, como alternativas ante las crisis políticas, económicas y sociales.
El capítulo discute el contexto del cambiante escenario económico neoyorkino de los años setenta y su impacto en los puertorriqueños. Como consecuencia muchos puertorriqueños deciden regresar a Puerto Rico en lo que los historiadores y antropólogos caracterizan como el periodo de migración de retorno o como la migración circular. De una u otra forma todos los pueblos de la Isla reciben a los migrantes que regresan a un escenario que también enfrenta una crisis económica. Irónicamente, esto representó un choque cultural que los hace sentir el discrimen, porque se les cuestionan si eran verdaderamente puertorriqueños, porque no dominaban el español y por las diferencias de estilos de vida; duplicando la experiencia de discrimen que vivían en los estados por ser puertorriqueños. Como explican los recursos, la presencia de estos puertorriqueños “diferentes” da al traste con las concepciones estáticas y visiones esencialistas de “qué es ser puertorriqueños” y plantea la necesidad de evolucionar hacia una nueva comprensión de la identidad, no solamente en la Isla sino en la diáspora.
Las nuevas generaciones en la diáspora plantean y legitiman sus luchas, su evolución y el orgullo de afirmar su otredad como puertorriqueños de los Estados Unidos o “nuyorricans,” como se autodenominaron algunos. El ambiente urbano, el spanglish y la continua lucha por seguir siendo puertorriqueños, fueron articulados en la música y literatura, entre otras expresiones, que desarrollan. Ellos crearon formas para enunciar y reconocer el extrañamiento y visualización de valores que dieran sentido y coherencia a su vida como comunidad, y como individuos, que nunca habían vivido o visitado Puerto Rico. Sus obras, imágenes, mitos y estructuras simbólicas, propician la encarnación de una racionalidad diferente pero ligada a una nacionalidad innegable que siempre mira a la Isla como referente e inspiración de su identidad.
La crisis fiscal de Nueva York también fomenta la dispersión de los puertorriqueños en otras ciudades estadounidenses. Aunque la emigración desde Puerto Rico en general disminuye, un nuevo sector comienza a emigrar: los jóvenes con educación universitaria. La tentación de emigrar se inició con el reclutamiento de grandes empresas y agencias federales, entre ellas la NASA, en las universidades. Los testimonios muestran que, a pesar de la educación y los nuevos destinos, los boricuas siguen enfrentado el discrimen. Un ejemplo contundente ocurre en Filadelfia donde, en un vecindario conservador, queman intencionalmente una casa con cinco integrantes de una familia puertorriqueña dentro. La resistencia y necesidad hace que se sigan desarrollando y fortaleciendo organizaciones con actividades para dar apoyo a las comunidades como demuestran los ejemplos de Massachusetts, Pensilvania y Connecticut discutidos en el capítulo.
El capítulo presenta el desarrollo y expansión de la educación superior en Puerto Rico. Explican los sociólogos e historiadores que, los niveles de escolaridad de los puertorriqueños aumentaron drásticamente, en parte gracias al proceso económico aliado a Manos a la Obra, que se inició en las décadas de los cuarenta y cincuenta. Los participantes analizan cómo la misma estructura que enfatizó en la educación, como la vía para alcanzar un desarrollo económico personal y colectivo, ha colapsado. Aunque es positivo que un mayor número de personas se eduquen y reciban grados universitarios, la economía, por factores políticos, culturales y económicos, no puede absorber el flujo dinámico y amplio de graduados que emergen de las universidades e institutos en Puerto Rico. La industrialización y el crecimiento económico de Puerto Rico se han contraído continuamente desde la década de 1970, con la terrible crisis del petróleo de 1973 y el cierre de las petroquímicas locales. Desafortunadamente, señalan los historiadores, no se ha articulado una estrategia dinámica que atienda efectivamente la economía y el desarrollo autosustentable. Las farmacéuticas que fueron una de las alternativas más importantes, por lo especializado y bien remunerado de los empleos, también decayó. Los índices de desempleo se mantienen en aumento y, hasta para los que tienen empleo estable, las remuneraciones económicas no responden a las expectativas y necesidades. El declive económico fuerza a muchos a buscar nuevos lugares, con mejores perspectivas económicas, para establecer sus familias.
La visión del estado de Florida como el paraíso dorado del retiro, atrajo a muchos jubilados y veteranos puertorriqueños. Como consecuencia de la crisis económica, en Puerto Rico se desarrollaron distintos conflictos sociales durante la década de los ochenta y al igual que los jubilados, muchas familias jóvenes comenzaron el peregrinaje a Florida tratando de escapar, como dice uno de los entrevistados, de lo que consideraban “una sociedad violenta, sin futuro económico y difícil para criar hijos.” Por otra parte, los puertorriqueños en Nueva York, al igual que los de otras ciudades en Estados Unidos, ven en el estado de Florida un lugar en pleno desarrollo en el que pueden encontrar trabajos, comprar casas y que les permite estar cerca de Puerto Rico. La salida de jubilados y jóvenes de segundas y terceras generaciones de boricuas de Nueva York, y otras ciudades del noreste, poco a poco irá alterando las comunidades en Florida, pero también las centenarias comunidades de las urbes que ven su población boricua disminuir.
Miami fue uno de los destinos, como evidencian los debates en los periódicos de la época, y Tampa vuelve a recibir boricuas, tal y como recibió en los años veinte a tabaqueros y otros trabajadores. Pero, según los antropólogos, es la Florida Central –que incluye los condados de Osceola, Orange y de Seminole- con Walt Disney World como un imán, la que atrae una gran ola migratoria. De acuerdo con cifras censales en 1980 había 9,000 puertorriqueños, pero varios años después había un cuarto de millón de puertorriqueños. Las comunidades de los “floridarricans” tendrán un crecimiento constante año tras año al tiempo que crecen las complejidades por edad, clase, educación, perspectivas políticas, intereses culturales o sociales, y los grados de asimilación, según explican los entrevistados. La convivencia les hace reconocer que aunque tienen unas raíces en común como puertorriqueños, sus costumbres, estilos de vida y de ser puertorriqueños varían. Todos, por otra parte, ven la necesidad de crear organizaciones y establecer centros -en los que puedan relacionarse cultural y socialmente- que apoyen el desarrollo de liderato y que generen las bases para su vida en comunidad.
.
En este capítulo se presentan estudios en desarrollo de historiadores, sociólogos, demógrafos, entre otros especialistas, sobre situaciones actuales y del pasado reciente de las experiencias migratorias. Estos buscan explicar las variables económicas, educativas, de clases sociales, entre otras coyunturas, que alteran la composición de los grupos que emigran en épocas recientes. Como punto focal los entrevistados analizan las comunidades de Florida por su diversidad, ya que se caracteriza por la amplitud de la clase media compuesta por profesionales que convive con un grupo amplio de personas sin recursos.
.
El reclutamiento de profesionales
con grados académicos como ingenieros, doctores y otros
profesionales en las universidades en Puerto Rico, permite
que muchos alcancen posiciones importantes en agencias
federales y grandes compañías. Como muestra un grupo de
puertorriqueños que trabajan en la NASA al describir el
proceso de reclutamiento, por qué deciden emigrar y sus
expectativas futuras.
La multiplicidad de instituciones
de educación superior y universidades en Puerto Rico hacen
que sea uno de los lugares del mundo donde más gente va a la
universidad en términos de su relación con
la población. No
obstante, aunque es positivo que la gente se eduque y tenga
grados universitarios, la economía local no puede absorber
el enorme número de graduandos que salen de las
instituciones y universidades cada año. La economía hace que
los profesionales –con distintas concentraciones, grados y
experiencia laboral- emigren de la Isla en lo que se conoce
como fuga de cerebros o robo de cerebros.
En el capítulo, los entrevistados resumen las razones económicas y sociológicas que han contribuido a la dispersión de los puertorriqueños en los cincuenta estados, durante las últimas décadas.. Los sociólogos discuten cómo muchos puertorriqueños han relocalizado sus familias de las ciudades a los suburbios, buscando mantener un nivel socioeconómico. Nueva York sirve de ejemplo en la explicación de la dispersión puertorriqueña, porque al igual que otras ciudades grandes, ha perdido población cuando maestros, servidores públicos y otros profesionales de clase media se mueven a los suburbios o ciudades cercanas. No obstante el éxito de algunos, la pobreza es mayor cada día entre muchos puertorriqueños acorralados por la polarización económica de sus comunidades. La carencia de una educación adecuada, los prejuicios y el racismo arropan las comunidades en distintos estados. Los distritos escolares son reflejo de la relativa pobreza u opulencia de la zona en que esté ubicada la escuela, limitando las posibilidades educativas de los estudiantes de las escuelas que no son privilegiadas cualitativa y económicamente. Un importante ejemplo, señalan los sociólogos, es que, las mujeres puertorriqueñas -e hispanas en general- que son jefas de hogares -con niños menores de cinco años- de acuerdo al Censo de 2010, tienen niveles de pobreza mucho más altos, en comparación con las familias promedio, y un sesenta por ciento de esas familias son pobres. Como consecuencia, explican los expertos, los puertorriqueños tienen una de las tasas más alta de lo que se conoce como juventud desconectada o Ni-Ni: ni trabajan, ni estudian.
La dispersión de la población de distintas generaciones boricuas, junto a la crisis económica que enfrenta Puerto Rico, permiten que haya más puertorriqueños en los Estados Unidos que en Puerto Rico en el 2010. Puerto Rico sigue tratado de resolver los problemas fiscales reciclando políticas como la emigración El flujo constante y la fusión de inmigrantes recién llegados con segundas y terceras generaciones debería haberse traducido en una movilidad económica en ascenso –o como dicen algunos “los puertorriqueños deberían estar mejor”. Pero, como explican los antropólogos, hay unas “generaciones excluidas” al igual que han reflejado estudios entre los mexicanos. En cuanto a la representación política, los especialistas señalan que en algunos lugares hay sobre representación, mientras en otros lugares no la hay, desestabilizando la influencia política y fortalecimiento comunal, por lo que se busca una reestructuración de distritos. Hartford ejemplifica la complejidad de las contradicciones en las comunidades boricuas, pues aunque ha tenido alcaldes puertorriqueños desde el año 2001, lo que debería representar el poder político de la comunidad, es la segunda ciudad de mayor desempleo entre latinos -señala el alcalde un su entrevista, mientras describe las dificultades y experiencias. Los antropólogos explican además que no se analiza la totalidad del cuadro, que no es simple, por la relación colonial entre Puerto Rico y los Estados Unidos; que no es igual a la que se mantiene entre los Estados Unidos y otros países de los que recibe inmigrantes. Un ejemplo, son las remesas que envían los inmigrantes a sus países de origen que impactan grandemente la economía de las familias y sus países -no así en Puerto Rico cuya moneda es el dólar.
El capítulo también explora si los puertorriqueños en la diáspora deben expresarse sobre el futuro de la Isla y su relación con los Estados Unidos. Los entrevistados plantean que muchos siguen viéndose e identificándose como puertorriqueños, y cuestionan ¿por qué no pueden votar por el futuro de su país? Otro aspecto discutido es ese inquebrantable orgullo de la diáspora de identificarse como puertorriqueños a pesar de la lejanía, la asimilación de la cultura y el crisol entre la creciente población hispana y sus culturas en las comunidades que comparten. Los entrevistados concluyen que aunque las comunidades de puertorriqueños son centenarias, la diáspora está siempre en evolución, porque la válvula de escape en Puerto Rico nunca se ha cerrado. Muchos entrevistados dicen que una gran parte de la diáspora nunca regresará a la Isla. Para ellos, la mejor forma de superar la nostalgia y el trauma del viaje sin retorno y para mantener el vínculo con la patria, es organizarse y contribuir atendiendo las necesidades de las comunidades en la diáspora.
La histórica fluidez del movimiento poblacional puertorriqueño es controversial por las consecuencias personales, familiares y sociales: ¿Cómo se ha planteado e implantado en las distintas épocas? ¿Qué respuestas se han dado? ¿Cuáles son sus causas, consecuencias y circunstancias? Esa es la guía que rige la edición de los diez capítulos o segmentos que integran la serie.
En la colección documental Válvula de escape- Stories of thePuerto Rican Diaspora, realizada por Producciones Zaranda, se presenta una mirada panorámica de los diversos motivadores de las emigraciones de puertorriqueños desde el periodo colonial español al presente. La serie está compuesta por diez capítulos independientes de entre treinta y noventa minutos cada uno, para una duración total de siete horas aproximadamente. Esta estructura da a los documentales un mejor ritmo, que le otorga una mayor amplitud en el análisis de los temas y asuntos discutidos. Los capítulos son ideales para ser presentaciones en cursos o clases, seminarios y grupos de estudio. Cada documental presenta infinidad de imágenes y documentos que ilustran los periodos discutidos y son la ventana visual que nos transporta a las diversas épocas y lugares. Las voces narrativas se expresan en español e inglés y se complementan con subtítulos en ambos idiomas, así calcan la realidad lingüística de muchos puertorriqueños y permite impactar una mayor audiencia
El libro, es la transcripción de las más de siete horas, es fiel a las narraciones de los participantes, respetando su forma de expresarse. El texto se ha construido en un formato en paralelo en el que cada página en español tiene su igual en inglés, con el propósito de facilitar la comprensión del material en ambos idiomas. La transcripción incluye una cronología de datos históricos, económicos, culturales y estadísticos, entre otros, como herramienta para estimular la capacidad de análisis y estudio de los temas tratados, ya sea en el salón de clase tradicional, seminarios o como parte de una disciplina personal de aprendizaje o entretenimiento. El contenido de la crono- logía y la transcripción facilitan el uso de la búsqueda de datos, para potenciar la comprobación y comprensión del material y expandir la creatividad investigativa de futuros trabajos.
Para facilitar la utilización de la serie en los distintos cursos y currículos, Producciones Zaranda ha desarrollado las guías de estudios, teniendo como referentes las fuentes y guías de Common Core State Standard (CCSS). Como cada capítulo de la serie puede ser visto individualmente, además de la introducción, se incluyen diez (10) guías correspondientes a cada capítulo. Cada una está diseñada para ayudar a entender el contenido de la serie con ejercicios y actividades para desarrollar destrezas de estudio como: la toma de notas, desarrollo de vocabulario, resumir, elaborar ensayos, escribir memorias, organizar debates, entre otras. Los ejercicios o actividades se realizaron tomando en cuenta diversos niveles para impactar tanto a estudiantes de escuelas secundarias como a universitarios. También pueden ser utilizadas por el público general, en un proceso de reflexión, y en el mejor de los casos, de acción comunitaria porque contienen sugerencias para ayudar a los espectadores a explorar los temas trabajados en la serie y para profundizar en el análisis de sus comunidades.
Con la discusión se busca iniciar una conversación sobre algunos temas o conceptos, ya que, facilita que los estudiantes o participantes del grupo puedan compartir el uno con el otro. Más aun, y como sugiere la CCSS, al fomentar la discusión de posturas o temas fundamentados en el análisis, de forma racional y con evidencias, se estimula un mayor radio de respuestas, alternativas o posiciones sobre lo discutido; clarificando, confirmando o retando ideas y controversias al promover respuestas variadas y creativas
.
Con los ejercicios de redacción se proporciona más tiempo de reflexión sobre lo discutido y al reforzarse con lecturas adicionales o investigación rigurosa, se amplían las fuentes de conocimiento. Como cada ensayo o reflexión es construido individualmente puede también proporcionar una vía para explorar los temas desde la perspectiva personal y puede ser una forma de expresar vivencias personales sobre asuntos comunes. Cada líder o educador tiene opciones adicionales de ejercicios para trabajar con su grupo, de acuerdo a las fortalezas y limitaciones o de acuerdo al nivel educativo y de las edades.
Para ayudar a los profesores o presentadores a explorar los temas, cada guía contiene:
♦sinopsis de los temas tratados en el segmento
♦objetivos
♦un listado de conceptos o temas que deben ser definidos y/o personajes destacados que deben ser investigados
♦un listado de preguntas guías para la comprensión del material histórico que presenta el segmento y que pueden ser previamente identificados en la transcripción de la serie documental
♦una serie de actividades y lecturas sugeridas para expandir el conocimiento de los temas y para profundizar el análisis y discusión de conceptos
♦alternativas de discusiones o temas a nivel avanzado y cómo pueden relacionarlos con temas actuales
♦listado de vídeos y/o literatura, música, u obras gráficas relacionadas para destacar la importancia de los temas
♦documentos históricos
♦y, finalmente un listado de
Analistas, investigadores, estudiantes y profesores pueden utilizar la serie como punto de partida para el estudio del tema de la emigración puertorriqueña o para contrastar con otras experiencias migratorias de los hispanoamericanos o cualquier grupo étnico. Es un ejemplo para los estudiantes sobre cómo integrar y evaluar distintas fuentes de información para estudiar un tema o periodo histórico. En ella se analiza una compleja secuencia de eventos y se explica cómo individuos, ideas o eventos interactúan y desarrollan respuestas al reto migratorio en Puerto Rico y de las comunidades en la diáspora. También puede ayudar a establecer el desarrollo político, social y económico de Puerto Rico.
Es apropiada para contextualizar un tema particular de la diáspora en una clase o para desarrollar cursos abarcadores de un semestre. Puede ser utilizada en escuelas secundarias, colegios, y universidades, sobre todo en:
Departamentos de Estudios Puertorriqueños y Latinoamericanos
Departamentos o cursos de: Antropología, Sociología o Estudios Sociales
Estudios Urbanos
Historia
Derecho Constitucional
Psicología Social
Literatura Puertorriqueña y de la Diáspora